Si no te miro a los ojos, sospecha

Si no te miro a los ojos, sospecha

martes, 28 de junio de 2016

La Letra Chica

¿Qué se yo Germán? Una mierda, la verdad, que una mierda. No sé nada, Germán. Y me calienta. No me quedé ni a escuchar a Martino ni a nadie después del partido. Recién llego, leí lo que pude leer en Twitter, pero estoy mal. Estoy preocupado. Pensá que había salido la noche anterior, había laburado toda el día editando vídeos en la redacción, volví justo para el arranque, vi el partido con el último aliento y apenas terminó el partido me fui a dormir, amargado. Me fui a dormir pensando que los muchachos en la redacción debían estar a las puteadas. Imaginate, Germán, cortar y editar todos los vídeos una y otra vez viendo las caras de los chilenos. Imaginate tener que viralizar y difundir eso: una tragedia. Y te digo más, cuando me levanté le conté a mi novia: soñé con el Diego. Fue así: veía el partido en una casa que tenía como un anfiteatro con una pantalla grande -de esas casas que eran la envidia de todos los compañéros en la primaria, Germán-, y en un momento puteaba a Agüero y al lado aparecía el Diego, sin barba, con sus rulos. El Diego que me ponía una mano en el hombro y me miraba con la mejor cara de desilusión, como diciéndome vos sos un boludo, no entendiste nada flaco, y yo hacía cualquier cosa para desdecirme y que el Diego me levantara esa desaprobación. Imaginate, lo ves una vez en la vida al Diego y te mira cómo me miró... No tenía mucho sentido, la verdad, pero bueno. Los sueños son raros, Germán, no me jodás. Me levanté angustiado. Más angustiado. Esto es real, Germán, no te estoy jodiendo. Soñé con el Diego, el Diego del ’86. Y ahí me vine para acá y llovía. Como venía de lo de mi novia no tenía otra campera así que me puse la que tenía: la impermeable de la U de Chile. Sí, oportuno, como siempre. En la parada del 15 un tipo de camperón de la selección me mira así medio de refilón y me tira por lo bajo si me parecía día para ponerme esa campera. Lo miré y le respondí que era lo único que tenía, cortito le respondí, no lo mandé a cagar de casualidad te digo. Me subí al bondi, saqué el celular del bolsillo y entendí todo. Claro, hermano, te digo que me había ido a dormir cuando terminó y no tenía idea. Entonces se me cayó el día encima. Ser cebollita por cuarta vez, la lluvia, el colectivo hasta las bolas, la Panamericana trabada, el dolor de cabeza, el sueño, llegar tarde al laburo, todo el lunes encima. Más lunes que nunca: qué dolor Lionel Andrés. La puta madre, qué dolor, Germán. Te digo que tuve que entrar a internet porque no lo podía creer. Pensé que era un spam de esos foros falopa que te redirigen a cualquier lado, Germán. Las personas miraban todas por la ventana del colectivo. Ni una mirada, hermano. Cada uno en la suya. De repente, con el lunes haciendo cumbre en el ranking de los lunes de mierda, estaba volviéndome loco en pensamientos, Germán, en cálculos, en predicciones. Cuando llegan las catástrofes –sean del palo que sean, Germán, no sólo del fútbol, vos lo sabés- uno no sabe hasta dónde llegan, qué alcance tienen, viste. Uno anda de acá para allá y sigue haciendo lo suyo pero siempre pensando en eso, viste, como tratando de olvidarse pero sin poder, como si te estuvieran respirando en la nuca constantemente. Esto que paso ayer es una catástrofe, hermano. Una catástrofe. No recuerdo algo tan triste en la historia del fútbol. Un quilombo donde lo menos importante es un partido perdido, eh, ¿Sabés la cantidad de cosas que debemos no saber? Somos meros espectadores, Germán. Me equivoco, menos que eso. Somos totales ignorantes.
Yo te voy a decir lo que pasa, Germán. El tema es que como argentinos nunca entendimos que el fútbol es un juego. Somos unos viscerales, viejo. Somos violentamente pasionales y pasionalmente violentos ¡Hay tipos que matan en nombre del fútbol!¡Tipos que caminan por la calle!¡Es una barbaridad! El otro día Excursio se jugaba el ascenso con Riestra, creo que con Riestra. Al cuatro de Riestra, un Juan Pérez cualquiera eh, ningún jugadorazo, le llegó una foto de la puerta del jardín de infantes de la nena antes del partido, ¡Excursionistas, Germán! ¡Acá a diez cuadras, Germán!¡Tercera división! Se nos va la vida en esta pelotudez del fútbol, Germán. Cuarenta veces lo leí hoy, lo puso hasta mi suegra en el Facebook y es verdad, eh, mal que nos pese tienen razón: somos tan idiotas que le pedimos más a un jugador de fútbol que a un político. Y es el país que tenemos con la gente que tenemos, eh. Nos importa un carajo que nos toquen el culo; excepto que tengamos puesta la camiseta de la selección, ahí sí que no. Las mineras, el gas y el petróleo no los defiende ni Montoto, Germán. Tengo una tía que está por allá cerca de San Juan, por un lugar de esos, no la vi en mi vida eh pero dos por tres le cuenta a mi viejo que el suelo tiene las porquerías de Monsanto, que el agua no se puede tomar, que se gastan medio sueldo en agua de bidón y, te digo más, que los pibitos terminan todos internados en las guardias, ¿Dónde lo viste hermano? Yo lo sé porque la tía Irma manda mensaje, ¿Pero si no?¿Si no? Eso sí, Germán, cuando la selección pierde, somos todos los defensores de la patria.
No sé, loco. No digo que esté mal. No sé si está mal y, ¿Qué mierda sé? Tampoco puedo decir mucho, no es que yo sea la reina de Holanda, vos me conocés, tampoco es que soy una excepción brillante de la sociedad. Lo primero que leo del diario es la deportiva. Está en nuestra sangre Germán, y la sangre tira. Pero no me desentiendo, eh, nada de hacerme el boludo y de mirar para otro lado. Lo digo de frente. Lo digo bien eh, estoy tranquilo eh, pero lo digo de frente: qué pelotudos que somos, viejo. Somos una flor de mierda. Yo te pregunto y vos decime, ¿En dónde más podrían haber nacido y proliferado tanto los panelistas dueños de la verdad? Dios los cría y en Argentina los amontonamos, hermano. Somos el CEAMSE de los pelotudos televisivos. Es insólito Germán: cualquier boludo se puede sentar en una silla enfrente de una cámara y decir la primera estupidez que se le cruce por la cabeza. Cualquier gil Germán, cualquier gil que no sabe ni hacerse el nudo de la corbata, hermano, que no distingue chinculines de mollejas. Y Te digo que no hay límites para la pelotudez humana y es nada más que por eso que existen  especialmente los panelistas deportivos. Sólo acá, Germán. Gordos cometriplesdemiga  que dicen lo que se les canta el culo, siempre con el diario del lunes. Que hablan. Que saben hablar. Hombres de lengua voraz y poco huevo, Germàn, hombres de poco coraje. Tipos que no se hacen ni el nudo de la corbata eh, tipos que se les queda sin agua el sapito y le llevan el auto al mecánico, eh. Te digo que en esta catástrofe tengo mucho miedo por el pibe, Germán. Mirá que vos sabés que yo mucho por estas cosas no me caliento. A mí me gusta ver fútbol y listo, no veo esos programas de tres de la tarde. Pero, te digo que ahora tengo miedo. Tengo mucho miedo por él. El pibe me tiene preocupado. De verdad te digo, boludo, ¿De qué te reís? Te explico: él te juega contra cualquiera, se le planta a cualquiera, eh.  Se las banca todas el enano. Si tenés alguna duda pensá en esto, pensá si a tu hijo, a Joaquincito que tiene diez, lo mandaras al colegio con la jeringa en la mochila para que se pinche solito. Es guapo el pendejo Germán: esas cosas no se pierden, no se las lleva el viento eh, no se olvidan. Yo sé que me vas a venir con que Maradona esto y Maradona lo otro y que Messi nada, pero estás equivocado y yo te voy a decir porqué German. Son dos árboles distintos, Germán. Messi nunca va a hacer el gol de Maradona porque el país no estuvo en guerra, Germán. Los compañeros de Messi tampoco hacen los goles, Germán. Metieron tres ese partido Germán, ¡Tres!¡José Luis Brown, Germán, un defensor! Burruchaga y Valdano uno cada uno... Había un planteo táctico, Germán, Bilardo les tocaba la puerta a las tres de la mañana y si no estaban soñando con el que tenían que marcar, no jugaban. No me vengas con boludeces, porque son dos personas distintas Germán. Escuchame bien, Germán. Y mirame porque no te lo repito: Son dos personas distintas en dos momentos distintos. Dos personas distintas. Es como pedirle limones al naranjero y naranjas al limonero, Germán, te pido que no seas tan ciego. Y no te voy a decir que el pibe es incriticable. No, si, criticalo. Pero futbolísticamente y con fundamento, eh, no cualquier cosa. Pero aguántame que voy al baño y te sigo diciendo, porque esta se viene brava eh, ¿Vos viste cómo nadie habla en la oficina de todo lo que pasó? Es así, Germán, cuando la cosa es grave de verdad, la gente no habla. Van a pasar unos días y al pibe lo van a matar en todos lados, Germán, va a ser más malo que la inflación, hermano, va a ser el que se vendió al lado oscuro, el traidor de la bandera y de la patria.

Y, yo pienso, esto no puede ser casualidad. Juan Román seguramente algo le dijo, avisarle le avisó seguro. Ponerse la 10 de la selección no es boludés ¿Sino por qué renunciaría un tipo con tanto talento y las bolas tan puestas como él? La vieja, enano, ¡La vieja le tuvo que pedir que pare! Porque se hartó de escuchar tantas cosas de su hijo. Y Román no es un cobarde, eh. Y sí, claro. Cuando te dan la diez de Argentina por primera vez, te deberían dejar en el vestuario una impresión arriba de la camiseta dónde firmar que uno acepta términos y condiciones. Y esos, esos si hay que leerlos hasta el final, eh. Ahí sí que te cagan con la letra chica. Te dicen que te van a aplaudir, que esto es un ida y vuelta de amor, que se van a cansar de lograr cosas juntos, que para vos siempre lo mejor porque te lo mereces, que sos la carta Pokerstars… boludeces, todas boludeces, te doraron la píldora, enano, te endulzaron los oídos. Cuándo te querés dar cuenta estás pasando el cumpleaños de tu amigo tomando mate arriba de un semi cama, todo por amor al arte eh. Y, eso no es nada eh… después, después hermano, qué dolor. Qué dolor, Lionel. Cómo te engañaron, Lionel. Te vendieron la ilusión y te compraste un buzón grande como las deudas de la AFA y las cuentas de Segura y Angelici, grande como todas las cuentas de todos los chorros juntos, grande el buzón como el rayón del auto que no le dejo una gamba al trapito. Nadie te contó la letra chica, Lionel, querían tener tu magia pero no estaban preparados para darte un abrazo. Nadie estaba preparado para darte un abrazo si resultaba que en el fondo, bien en el fondo, eras humano, tan falible a equivocarte como todos. Nadie te preparó un abrazo por si las cosas no te salían y, ahora, el hijo de puta sos vos porque renunciás. Porque sos el capitán y dejás que se hunda el barco. Y, claro, si era todo en negro. Yo puedo entender que no te dé más ni el bocho ni el corazón. De pibe te desmerecieron porque no querían poner una moneda -ni siquiera una moneda, un vuelto-, pero después vinieron a buscarte con un mundo de promesas bajo el brazo, porque te vieron el potencial. Te dijeron que venías a sumar, que venías a ser parte de esto, un engranaje de la maquinaria, y ahora, que al barco le entra agua por todos lados, que no se sabe quién hizo qué y de quién es la culpa, te ponen como el responsable de todo, sos el representante legal y el apoderado de la empresa más importante de Argentina, donde los 40 millones tenemos acciones y todos podemos opinar.
No sé sí con la de España ibas a ser más feliz. No sé, no creo Leo. Lo llevás en la sangre y que te puedo decir, enano miserable… la sangre tira. Pero nadie te contó que en cuanto te pusieras la 10 ibas a tener que pagar vos solito todas nuestras inversiones en ilusión. Nadie te dijo que ibas a tener que colmar, acompañado o sólo, con las expectativas de todo un país. Nadie te dijo que iba a haber tanto muñeco adjetivándote, tildándote, buscándote el pie de apoyo. Vos sos un pibe pillo Lionel. En algún momento te la viste venir, pero está bien, yo hubiese pensado igual eh, yo hubiese pensado que me iban a cuidar un poco más ¿En dónde más te van a cuidar tan poco, pulguita? Esto es Argentina Lionel: Trae la copa, o no vuelvas… 
Y te digo Leo que tengo miedo. Tengo miedo por el mundo, porque yo te quiero ver jugar, porque tu fútbol es irremplazable. Y me da miedo que todo esto te afecte, porque ya no bailas con Boateng, ni con Hummels, ni con Medel, ni con Bravo. Ahora bailás con la más fea. Jugás contra gente mucho más peligrosa. Contra personas que no afilan los tapones sino la lengua, para pegarte dónde jode. Te enfrentás a una especie autóctona argentina, más peligrosos que el yaguareté y bien zorros, bien bichos: los pelotudos de sillón. Los que no saben hacer porque su fuerte es opinar. Opinólogos Lionel, dueños de la verdad. Los especialistas de la crítica. Los que manchan la pelota sin ningún remordimiento porque no la tienen en los pies, porque no se ensucian los zapatos, Pulga, por eso, porque la miran desde el escritorio, desde el estudio, desde el sillón de la casa. Porque no saben lo que es entrenar con lluvia, Leo. No saben lo que es vivir para el fútbol porque no viven para sino del fútbol. Ahora jugás contra los que arreglan resultados, los que hacen negocios con los pases, contra los que meten la mano en la lata. Estás en una encrucijada contra tipos que son capaces de vender a la vieja por quince segundos de cámara, tipos que son capaces de incriminar a sus hijos por unos seguidores y no se saben hacer el nudo de la corbata, Lionel. Te persiguen mediocres de la vida, con el control remoto en una mano y en la otra un triple de miga al que se le caen las papasfritas aplastadas sobre la alfombra. No me digas que tipos como esos te pueden alcanzar a vos, Leo. Esos son los verdaderos asesinos de la poesía, no vos que tiraste un penal afuera. El que no pateó afuera en la vida, Leo, el que no la pateó nunca a la quinta bandeja, que tire la primera piedra. No saben lo que es, enano, no saben. No saben lo que hay que tener y dónde hay que tenerlo para ponerse la 10 de la selección. Pero igual te entiendo, eh. Yo soy un cagón Leo, yo si soy vos me iba al mazo hace mucho, ¿Qué es eso de mudarse de país sin ni siquiera haber terminado la primaria? ¿Qué te voy a decir? Pecho frío soy yo que en el laburo me hago el que trabajo y estoy en Linkedin ¡Linkedin! ¡Ni siquiera tengo los huevos para pelotudear en serio!
Pero esto me preocupa de verdad Leo, porque me parece que no te enseñaron a tratar con argentinos, ¿De dónde saliste flaco?¿De un repollo?¿Nadie te enseñó nada a vos?¡Los argentinos no entendemos, Leo! Queremos frases contundentes, farándula,  quilombo, carisma, soberbia, éxitos. Y vos, enano condenado, sólo sabés jugar a la pelota. ¡Sos un inútil! ¡Sólo sabés jugar a la pelota! Ni siquiera sabés hablar el castellano hermano, te preguntan algo y contestás bajito, con monosílabos. El único idioma que sabés hablar es el idioma fútbol, pibe. Yo sé que parezco un zapato, pero a veces leo viste, algo, un poco, para estar informado. Me pasaron un texto cortito hace un tiempo, un tal Hernán Casciari. Claro el flaco tiene razón, vos no sos humano, pibe, vos sos un perro. Desde ese día que leí eso, hace, no sé, ¿Qué serán?¿Dos años? Desde ese día que te miro la cara y no los pies cuando te enfocan de cerca. Pendejo hijo de puta, ¿Qué hacés sonriendo? ¡Tenés la pelota!¡Hacé algo!¡Buscá pase!¡Mirale las piernas al contrario!¡Te viene uno de atrás! Pero no te tengo que decir nada porque tenés un radar y la amas a ella y ella te ama. La pelota te ama y yo te amo con la pelota. Y sos un perro, pibe, sonreís y tenés la mirada en la pelota como mi perro mira los huesos que sobran del costillar. Y te hablan en castellano y en inglés y en turco y vos no le respondés, porque sos un enano desperfecto que no habla en ese idioma, que no habla en ningún idioma del mundo, que sólo y únicamente conoce el idioma fútbol porque cuando yo me limpiaba los mocos con las mangas del delantal, vos te metías hormonas para poder jugar; porque eras un enano que ya soñaba con gloria cuando yo jugaba a la play. Sí, a la play y desde un sillón. Desde un sillón como todos los inútiles incompetentes y pechos fríos que no saben lo que pesan y lo que duelen los sueños que no se cumplen cuando uno dio todo. Como todos esos bandidos, destructores de la belleza, dueños de la verdad, defensores del pensamiento único que -desde el sillón- nunca tiraron un penal afuera. Y te hablan, Leo, no dejan de hablarte. Te hablan en uzbeco y en mongol y vos les respondés con la pelota. Te hablan en griego y les respondés con la pelota. Y te afilan los tapones y respondés con la pelota, Leo. Te putean en polaco, en ruso, en hebreo, de todas las formas que conocen, y vos te quedas callado porque no sos un líder carismático, porque no tenés discursos falaces, porque no sos un ser político, porque no sos todo eso, enano. Y te felicito, enano perfil bajo, por no ser argentino en lo que no valemos la pena. Por no darle gilada a la cabida. Te felicito por no sentarte un sillón en toda tu puta vida. Por entrenar, entrenar y entrenar. Les respondés con la pelota porque sos mucho más noble y más grande que ellos. Te dicen lo que te dicen y piensan que no tenés personalidad, pero los que no entienden son ellos. No entienden que vos no contestas con palabras, que a vos no te salen las palabras. Que vos sólo manejás gestos: jueguitos, pases, gambetas, arranques, tiros libres. No entiende que vos respondés pidiendo la pelota. Que respondes mostrándote, sin esconderte nunca. Pidiéndola siempre. Tratando siempre. Sin apichonarte jamás. No les alcanzan ni los goles, ni las asistencias porque vos les respondés y ellos no te entienden. No entienden que vos no engañás ni mentís, porque con la pelota en los pies no se engaña ni se miente. Se hace, mejor o peor, pero no se miente.   

                Y te vuelvo, a decir, Germán, perdóname la demora. Ahí te traigo la carpeta. Estaba pensando en otra cosa, sigo maquinando. Viste que yo leo, un poco, no mucho. El otro día, un tipo, Carlos Pagni, no sé si lo tenés, yo la primera vez que lo leo. Bah, Leí el principio en realidad, después me bajé del colectivo. Decía que este tipo, este López, tirando valijas de dólares por los aires, haciendo pozos en el patio de un monasterio, era un aleph; Un aleph, Germán, como una imagen muy expresiva de algo, un segundo en donde hay tanta claridad que se condensa un universo de cosas; Te explico, el tipo hizo que entendieramos todo sin decir una palabra, ¿Qué mejor definición de corrupción que un tipo tirando valijas por el aire en un monasterio y haciéndose pasar por desbordado mentalmente para que lo declaren inimputable? Esto de Messi es un aleph de la Argentina, Germán, ¿Me entendés? Es una aleph de lo que somos y de lo que permitimos. Y a mí, me pone muy triste viejo, y me preocupa no sólo por él sino por lo que esto implica: ¡El mejor jugador de fútbol de la historia! ¡Qué ama el fútbol más que a la vieja! ¡Qué soñó con esto toda la vida! Dejando de jugar al fútbol por lo mal que la pasa... ¡Lo dijo él! ¡El tipo casi no sabe hablar y lo dijo claramente! ¿Qué lo puede explicar mejor Germán? No me voy a poner en moralista, no. Pero somos una mierda, no me lo negués. Una flor de mierda. No vamos a venir ahora con que el pibe no tiene derecho a pensar en sí mismo... Yo sólo espero que el pibe descanse. Y, no sé, viste, no sé. Ojalá, algún día -cuando a él le parezca eh no cuando nosotros se lo pidamos-, se vuelva a enamorar y vuelva a soñar. Porque te soy sincero, Germán, acá el único que pierde es el fútbol.  



Para el más grande, para el que hace que nos paremos en la silla, para el que nos hace sentir vivos a los hombres lisos y llanos cuando tiene la pelota en los pies. Muchas gracias y espero que, una vez en la vida, hagas lo que se te canta el culo. 

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